ORIGEN DEL PUEBLO
POPTI’
La historia nos cuenta que los primeros padres
del pueblo Popti’, eran originarios del lugar denominado Tiq’al, en donde año
con año celebraban el fin e inicio de la época de siembras, ofreciéndole al
Creador la sangre de un hermoso joven de la misma comunidad para darle las
gracias por la abundancia de cosechas, frutos, paz en los pueblos, armonía y
fortaleza.
Cada año elegían al joven más hermoso de la
comunidad para que sea sacrificado y que su sangre sea ofrecido al Jahaw o
Creador. Los encargados en la discusión
y elección de los jóvenes eran los ancianos y los rezadores en el lugar
sagrado. Y cuando los señores expresaron
la decisión en esa ocasión, dijeron que el joven a sacrificar era el hijo del
cacique o líder comunitario. Él fue el
destinado porque así está establecido desde
el día en que él nació, así dijeron los adivinos y sacerdotes. Él líder se entristeció al enterarse que su
primer hijo era el que tenía que ser sacrificado.
Cuentan que en la misma tarde del día de la decisión, apresaron al joven, lo
ataron y lo encerraron en un troje comunitario.
El padre de B’alunh Q’ana’, con toda la tristeza lo fue a buscar, ya que
era una persona que estaba empezando su vida juvenil. Al encontrarlo, dijo:
-Hijo mío, me dio mucha tristeza al saber tu
situación, por eso vengo a ofrecerte mi ayuda; no voy a permitir que te maten,
hay muchas cosas importantes que tenés que hacer, vas a ir a buscar una tierra
fértil, donde existan muchos árboles, muchos animales y abundante agua.
-Tenés que ir por el occidente, la dirección
que toma el sol, hay que emprender el viaje antes de que venga alguien. Se desató el joven y dijo:
-Papá, ahora es necesario que me dé su
bendición para poder realizar mis
tareas. El señor colocó su mano en la
frente del muchacho y lo bendijo y le dijo que se acostara en el suelo...así lo
hizo, se acostó y luego el señor lo brincó una...dos...tres...cuatro y cinco
veces.
-Así el
papá le dio las cinco sabidurías que él enseñará a los hijos e hijas y a
todo el pueblo que descenderá. Después
el joven B’alunh Q’ana’, se vino en la oscuridad, dicen que ladraban en ese
momento todos los perros. Cuando
amaneció, la gente se dio cuenta que ya no esta B’alunh Q’ana’.
Así B’alunh Q’ana’ emprendió camino entre la montaña, buscó
camino hacia el occidente y buscó animales pequeños para comer.
Después de muchos días y noches de caminos, B’alunh Q’ana’ llegó al
pequeño pueblo llamado Ixkoy, trabajó entre la gente para ganarse el alimento
diario. Ahí vivió mucho tiempo y cuentan
que ahí encontró mujer.
Ya conjuntamente con su esposa Himox (cuentan
que así se llamaba) vinieron a buscar la tierra que necesariamente había que
encontrar, así como se le fue encomendado y desde allí empezaron a procrear
hijos e hijas. Dicen que se asentaron en
muchos lugares, pero al llegar a orillas del río Azul, allá en Pamha’, dijo
B’alunh Q’ana’: “Así como veo, estas tierras son muy fértiles, vamos a
probarla”.
Cuando ya llevaban bastante tiempo de haber
llegado a Yul ha’, cuando ya había mucha gente, B’alunh Q’ana’ buscó a dos
jóvenes a quienes les dijo: “ya estoy muy viejo, ya no puedo ir a buscar la
tierra que se me encomendó, por eso
quiero que vayan en busca de esa tierra”. “Voy a enviar mi bastón y donde
caiga, ahí fundaremos un pueblo, un gran pueblo”. Ante la mirada de aquellos dos jóvenes, envió
el anciano su bastón, pero cuentan que ya en el aire se convirtió en quetzal.
Se prepararon los jóvenes y se fueron en busca del bastón, caminaron muchas selvas y montañas, se cansaron, se les acabó el alimento y se regresaron e informaron al anciano. En el segundo viaje, los jóvenes encontraron un arroyo en donde habían muchos animales tomando agua, se corrieron cuando ellos llegaron a comer y se dieron cuenta que el bastón que buscaban, estaba sembrado a orillas de aquel arroyo y dijeron ¡Ha’ tx’otx’, ha’ tx’otx’” o “¡Es la tierra, es la tierra!. Muy contentos los dos jóvenes, regresaron a casa a comunicar el mensaje.
Los jóvenes
regresaron a dar la noticia a B’alunh Q’ana’ y se contentó, alegremente
reunió a la gente diciendo. ¡Hijos,
hijas, ahora vamos a fundar un pueblo, encontraron la tierra los
mandaderos! Lleven todas sus cosas, sus animales, ahí se
establecerán, ahí crecerán sus hijos y ahí trabajarán.
Así salió toda la descendencia de B’alunh
Q’ana’ de Yul Ha’, llegaron a Ha’ Tx’otx’
y empezaron a construir sus casas de paja.
Al formarse la pequeña comunidad, el anciano B’alunh Q’ana’, hizo varias
recomendaciones a su descendencia, que no olviden las cinco consejos. B’alunh Q’ana’ predijo que iban a llegar
hombres blancos entre la gente, pero que no hay que hacerles guerra para que no
exterminen al pueblo.
Así se retiró B’alunh Q’ana’ y su esposa a
esperar la muerte en Yul Ha’.
Actualmente todavía existen los panteones que contienen los cuerpos, ahí
va la gente a quemar sus candelas, al altar del maíz y del fríjol. Así es la historia de la descendencia del
pueblo Popti’, así se fundó el Niman Konhob’ Xajla’, así contaron los ancianos
para que nunca se olvide.